25.4.13

ALAN STIVELL:
"Renaissance de la harpe celtique"

Como el inefable Panoramix, el arpista bretón Alan Stivell posee desde comienzos de los años 70 una imagen mística, druídica, en su conexión con la música celta, al contrario que otra más lúdica y heterogénea, la del grupo Gwendal, con los que compartía protagonismo durante esos momentos de expansión de la música bretona hacia los cuatro puntos cardinales. Stivell consiguió por entonces crearse un hueco entre los seguidores del folk y de las músicas tradicionales combinadas con el rock, en un feroz empeño globalizador. Gran parte de la culpa de ese éxito provenía del instrumento por antonomasia de Stivell, el arpa celta, que poseía un componente carismático que atraía a los curiosos por encima del hartazgo de guitarras, teclados y baterías, y en ese aura de vanguardia se escondía, paradójicamente, uno de los utensilios musicales más antiguos de la historia. Sin entrar en consideraciones sobre su origen y desarrollo, sí que es necesario comentar su especial ascendencia irlandesa (donde destaca poderosamente el nombre de O'Carolan, compositor memorable del siglo XVIII), pero también aplicable a Inglaterra, Escocia, Gales o Bretaña, la cuna de Alan Stivell, donde el Telenn (arpa bretona) encontró una revitalización en los años 60 gracias a discos como "Renaissance de la harpe celtique", que no sólo enalteció los ánimos arpistas, sino que contribuyó además al auge del folk en las décadas de los 60 y 70, de esas canciones y melodías que, como en el disco que nos ocupa, han llegado hasta nosotros gracias a la transmisión oral.
 
Pentangle, Fairport Convention, The Chieftains o Clannad eran grupos carismáticos de esa época de cambios. A los nombres asociados a ellos (John Renbourn, Maddy Pryor, Paddy Moloney, Marie Brennan) y otros casos como la malograda Sandy Denny o los propios Gwendal, hay que unir el de Alan Cochevelou, nombre auténtico de un Alan Stivell que decidió hacer suyos desde bien pequeño los intereses musicales de su padre (Georges Cochevelou, auténtico dinamizador del resurgir del arpa celta) y de su pueblo, intentando asomarse a las fuentes desde su propio nombre artístico, pues Stivell significa 'fuente' en bretón. Su primera grabación instrumental, un single de título rotundo firmado aún bajo el nombre de Cochevelou, "Telenn geltiek. Harpe celtique" (con la explicación de 'Melodías célticas adaptadas por Georges Cochevelou e interpretadas al arpa por Alan Cochevelou') pasó bastante desapercibido, pero el alegato folclórico de su primer álbum de larga duración, "Reflets", encendió una pequeña mecha, que llevó al joven músico a telonear a los Moody Blues y a alcanzar un cierto estatus que se acabó por convertir en nutrida fama cuando en 1971, con el ambiente idóneo, Fontana publicó "Renaissance de la harpe celtique", donde tradición y modernidad se daban también la mano por la inclusión de instrumentos propios del folk-rock como guitarra eléctrica, bajo y percusiones, o de entornos más clásicos como órgano, violines y chelo, con numerosos nombres implicados entre los que, enseguida, destacará el del guitarrista Dan Ar Bras. Además, diversas voces y los instrumentos interpretados por Alan: Arpa, flauta irlandesa, gaita escocesa y bombarda bretona. El comienzo de esta grabación, "Ys", es una eficaz improvisación sobre temas folclóricos ("Gwerz kér-ys" y "Cuan bheil innse"), con inspiración en la ciudad legendaria de Ys en la Armórica del siglo V, engullida por las aguas como la propia Atlántida. Sonoros glissandos introducen este corte lírico de raigambre mitológica, al que sigue "Marv Pontkalleg" (cabecilla bretón decapitado en Nantes en 1720), basado en hermosos y conocidos temas tradicionales de la música bretona interpretados con los arreglos de Denise Megevand, que había dado clases al joven Alan Cochevelou: son "Ap huw" y "Penllyn", sonatas para arpa de los manuscritos del siglo XVII de Arnold Dolmetsch. "Eliz iza" es una bucólica canción folclórica de las montañas de Bretaña dedicada a las hermanas Goadec (curioso trío vocal de ancianitas), de apariencia moderna y acertada. Con "Gaeltacht" se despliega una amplia suite de diecinueve minutos que ocupan toda la cara B del álbum, nutrida de tradicionales escoceses, irlandeses y de la isla de Man ("un viaje a través de los países gaélicos", cuenta Stivell, que lo dedica a otro pionero como Sean Ó Riada), la mayoría arreglados por el propio intérprete (algunos de ellos aparecían en su primer trabajo), con los puntos culminantes de "Port ui mhuirgheasa" (jiga irlandesa), "Airde cuan" (melodía irlandesa), "Heman dubh" (cantos de trabajo de las islas Hébridas) y "Braigh loch lall" (melodía escocesa). El enorme éxito llevó al disco a contar con numerosas ediciones y varias portadas diferentes dependiendo del país (Francia, Alemania, Inglaterra, Canadá o Estados Unidos) y la compañía, así como su propio epígrafe en francés o inglés ("Renaissance of the celtic harp").
 
Georges (Jord en bretón) Cochevelou, el padre de Alan, se encargó de rememorar la llegada del arpa a Bretaña por medio de misioneros, así como su auge en toda Europa y su desaparición cuando Bretaña perdió su independencia. Como hiciera el constructor de instrumentos John Egan en el siglo XIX con el arpa irlandesa, Georges ejerció de pionero, reconstruyó el Telenn que comenzó a tañer su hijo y constituyó el germen de "Renaissance de la harpe celtique", el verdadero comienzo de una historia con la que Stivell pretendía ir más allá del folk bretón, reivindicando no sólo la esencia tradicional sino, desde un socialismo activo, una identidad profunda como pueblo. Hay que agradecer a la familia Cochevelou ese empeño vital, una lucha contra la pérdida de las raíces, un sueño ampliamente logrado que ha transportado a Alan Stivell, en aras del mestizaje y la fusión etno-moderna, a los cinco continentes, como símbolo vivo del arpa celta.







2 comentarios:

Mike Shooter dijo...

Hace poco que, casualmente, estuve escuchando este CD tras años sin hacerlo. Curiosamente me gustó mucho más que antes. Un trabajo imprescindible que anticipó el renacimiento, no del arpa celta, sino de toda la música de ese origen en los setenta.

Pepe dijo...

Es un disco muy muy sencillo, se escucha enseguida y gusta con facilidad.
En verdad casi tiene más de símbolo que buena grabación, pero melodías tradicionales como las aquí contenidas se merecían ese grato despertar.